EN EL INFIERNO DEL "OPUS DEI"















Véronique Duborgel, Dans l'enfer de L'Opus Dei. Albin Michel 2007. 185 páginas.
Esta obra me parece doblemente interesante por el hecho de ser el primer testimonio publicado en forma de libro de una ex supernumeraria. La autora nacida y educada en Francia cerca de la frontera suiza conoció el opus en 1982 a través del que entonces era su novio. Pitó sin demasiado convencimiento en Roma, en la convivencia UNIV. Desde las primeras charlas a las que asistío se dió cuenta de que no había lugar a la crítica, la única actitud admitida es el asentimiento. Se reprocha a sí misma no haber sido capaz de "decir no" y verse embarcada en algo que no acabó de convencerle nunca.



Como supernumeraria madre de una familia numerosa, tiene una visión extraordinariamente interesante de cómo el Opus manejaba todo en su vida. Dedica un capítulo a las correcciones fraternas, a la perversidad que supone mandar a una persona corregir a otra que acaba de perder un bebé que se le nota su falta de alegría, o corregir a su marido, que también se hizo supernumerario, porque una vez uno de los hijos de 9 años se lanzó con afecto a abrazar a un numerario y "podría" haber una inclinación homosexual en el chiquillo sin corregir... O cuando le corrigieron porque supuestamente se le notaban las raíces sin teñir en el pelo y tras explicar que no era teñido, que era su color natural la directora le responde que de todas formas era bueno recibir una corrección para la humildad.

En este libro se aprende algo fundamental para los supernumerarios: las apariencias. Les hicieron cambiar de casa porque su piso era demasiado pequeño y si invitaban a alguien, haría mal efecto. El mismo "consejo" recibieron con respecto al coche familiar. Por no hablar de que en una casa con niños lo normal es que haya cosas por medio, las numerarias que iban a visitarla eran implacables para que no hubiera ni un cochecito de juguete fuera de su sitio. Unas maniáticas en suma. Dice algo revelador, ante el Código Da Vinci el opus ha reaccionado para defender su "imagen de marca" y no le ha importado tanto la doctrina católica sobre la vida de Jesús. Son opusianos antes que católicos. Esto lo digo por los que los defienden como "realidad eclesial". Por no hablar del culto a la personalidad de los diversos "Padres" que se manifiesta en especial en las reuniones en Roma.

En el centro se les aconseja a las supernumerarias no pronunciar la palabra opus dei por teléfono, ser "discretas" y tampoco manifestar abiertamente la pertenencia a la organización. Ante tantas cosas con las que no está de acuerdo, por ejemplo, la prohibición de ir a ver ciertas películas, Véronique reconoce que comenzó a "llevar una doble vida": asentir a la numeraria y luego ir al cine. A esa extraña situación se unía el hecho de que ella creía que era la excepción, y que todas las demás supernumerarias estaban felices y contentas. Se veía como un bicho raro. Más tarde, tras su salida del opus, aprenderá que quien más más quien menos todo el mundo juega dentro el papel de tapar las verdaderas dificultades.

Confiesa que su matrimonio presentó problemas desde muy temprano. Su marido había recibido una educación "chapada a la antigua", esa base unida a la "deformación" opusiana de la mujer como un ser inferior que se calla, lleva la casa y pare hijos, no hizo sino empeorar las cosas. Muy interesante lo de que en el Opus quieren que los supernumerarios tengan hijos, pero hasta los ocho años para los numerarios los hijos no existen, si no puedes con ellos te aconsejen que contrates a alguien. Luego ya sí son "pescadito para las redes".

La autora no da muchos detalles pero se adivina suficientemente que en sus años de pertenencia y de matrimonio poco faltó para que la volvieran loca entre unos y otros. Cuando cuenta sus dificultades con el marido a los curas del opus, estos le dicen que es su cruz, y que hay que ser un hogar luminoso y alegre, y si el marido es un bruto lo único que le queda a la mujer es callarse. Gracias a Dios a día de hoy Véronique consiguió el divorcio y encontró otro tipo de curas católicos.

Ana Azanza
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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Nuy interesante el comentario que das del libro de Duborgel. Yo me lo leí en francés, con mi francés de instituto, de segunda lengua y veo, que leí bien. Que no eran traducciones erróneas.
Duborgel creo que dice, que en la Obra había una doble moral sobre la pobreza. Los de arriba iban con limusinas y mientras los de abajo debían hacer un esfuerzo de pobreza.
Me gustó mucho el libro, lo disfruté porque muchas de las cosas que ella la sufrió es común a TOD@S los que estuvisteis allí
Hasta hay una corrección fraterna a Duborgel porque quiere fichar a una mujer que la direccion espiritual la llama "persona negligente y desgraciada; fisicamente, su temperamento es nervioso rayando la anormalidad y que seguramente daria mala imagen". Quelle obsession!!!
Más imagen: Doble imagen. la numerarias, en sus casas se pueden emocionar cuando su "jefe" espiritual va a visitarlas però en cambio, Duborgel no se puede emocionar cuando el Papa llama a su marido en Roma, públicamente.
En una reunión subió al tren con otra numeraria. Hacia calor y se subió las mangas de la brusa. La dejaron en ridículo llamandola impúdica y obligandola a azotarse públicamente ante sus hermanas.
Duborgel habla de las casas de las numerarias como un escenario preparado para seducir a la "escogida".
Se puede generalizar?
Saludos

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