Häring: el lado oscuro de las religiones mundiales


  Herman Häring  es un teólogo católico que se ha puesto a reflexionar sobre las relaciones entre religión y violencia. Tema apasionante. La conversación empieza porque en Burma los pacíficos budistas se enfrentan a la minoría musulmana. Estas noticias nos chocan a los occidentales, que consideramos al budismo la religión de la no violencia y la compasión hacia todas las formas de vida.    A partir de ahí la conversación gira en torno a esa relación tan paradójica entre religiones cuyos fundadores tenían  pensamientos de amor y paz y cuyos seguidores a lo largo de los siglos se han embarcado en guerras en nombre de la "Verdad" con V mayúscula.

Pregunta: ¿Hemos de revisar nuestra visión occidental del budismo?

Hermann Häring: Sí y no. Hemos de ver el budismo en su realidad  política. Normalmente vemos el budismo como una especie de refugio para los que huyen de la sociedad occidental a la búsqueda de la meditación. En el budismo encuentran la no violencia, el retiro, la compasión. Pero no llegan a la pregunta ¿Cómo se realiza el budismo cuando en una cultura los poderes políticos se reclaman de él? Esa pregunta le vuelve a uno muy realista. 

Burma's Rohingya refugee protest in Malaysia

Philipp Gessler: precisamente el budismo del tiempo fundacional (siglo V a. C) del que usted habla con objetividad, parece una religión especialmente no violenta. Muchas tradiciones de aquel tiempo hablan de que está prohibido matar incluso cuando la propia vida corre peligro. ¿No está muy lejos el budismo actual de esas propuestas radicales de paz?

Häring: Sí, es comparable a la historia del cristianismo. También Jesucristo fue el iniciador de una religión sin violencia, del que se deja matar antes que usar la violencia. Los monjes de los primeros tiempos vivían con ese rechazo absoluto de la violencia. Pero en ambas religiones ha pasado lo mismo: en el momento en que religión gana una influencia cultural, alcanza el poder político y se institucionaliza, se ve obligada a contar con las circunstancias del mundo real. En las dos ha ocurrido lo mismo, si debo defenderme tengo que usar la violencia o matar. Cuando tengo que defender toda una cultura como dirigente de un estado me veo en la posibilidad y en la necesidad de la guerra. Esto no impide que tanto en el budismo como en el cristianismo haya grupos que se abstienen de violencia, que viven de forma monástica, que se apartan del mundo y su violencia. También ocurre hoy y de manera igualmente intensiva en el Budismo y en el cristianismo.


Gessler: ¿Se puede decir que unas religiones tiende más a la violencia que otra o son todas igual de "tendentes" a ella como consecuencia de su correspondientes escritos sagrados?

Häring: Creo que hay una graduación. Todas las grandes religiones que hoy conocemos como religiones del mundo, Islam, Budismo, Hinduismo, Cristianismo, Judaísmo, tienen una idea decisiva de no violencia. 
Pero es muy diferente cuándo se pregunta ¿qué excepciones hay? ¿cuándo es urgente defenderse? ¿en qué sentido y cómo incluyo los derechos de los animales? sin duda el budismo ha ido más lejos que ninguna de las religiones occidentales en esa dirección. Pero hay otro punto más importante, la religión entra en acción ¿dónde está entonces el límite al sufrimiento cuando las cosas no salen bien? Esto significa que hay una afinidad interna con la violencia  en cada religión. Sino la religión no podría tener efectos culturales.
Y pasa como en la homeopatía: en el momento en que me relaciono conmigo mismo con violencia, que me quiero superar con violencia, considero cuánto me voy a dejar contagiar por la violencia. ¿Cuánta odio voy a acoger en mí para limitar la otra violencia? No es sólo la afinidad con ella, sino el hecho de que la religión aparece en el momento en que los hombres ya no se aclaran con violencia.


Gessler: El egiptólogo  Jan Assmann en 1998 mantuvo que las religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo, Islam) están particularmente impregnadas de violencia. El motivo es que la creencia en un solo Dios conlleva el dualismo de lo verdadero y lo falso, lo que lleva obligatoriamente a la intolerancia en especial contra otros dioses, y particularmente contra el politeísmo. ¿Qué piensa usted?

Häring: Hay que tomar en serio esta tesis. También los cristianos que evidentemente se han defendido de ella, deben reconocer que tiene algo de verdad. En el momento en que la religión se convierte en una religión mundial, simplifico un poco, como decía Jaspers en los momentos Eje de la humanidad, cuando ya no sólo se plantea la pregunta, quién está conmigo y quién contra mí, de la persona a la persona, sino que se dice, "Dios es el creador del mundo, todos los hombres tienen que estar sometidos a él", se plantea la cuestión de la verdad.  

Empieza entonces el odio, el rechazo, el uso de la violencia, no sólo contra mi prójimo, sino contra todos los que no siguen la misma creencia. Llegan el odio, superstición, increencia, herejía, intolerancia, todas esas palabras adquieren una dimensión universal. Es una historia peligrosa. Es la historia del cristianismo, se puede decir claramente: ¿por qué hubo que organizar las cruzadas y viajar a Tierra Santa? No era urgente, sólo porque se pensó que "tenemos que salvar la verdad del mundo entero", no sólo la verdad de Occidente. 

Gessler: Usted ha escrito: "Dejando aparte el estalinismo y el fascismo, no ha habido otros grupos organizados en la historia de la humanidad que hayan provocado y legitimado tanta intolerancia, tanto cerrilismo y tanto afán de guerra, tanto fanatismo y celo destructivo como la cristiandad y el Islam." 
¿Están estas dos religiones especialmente inclinadas a la violencia, por ser tan dinámicas, misioneras y proselitistas?

Häring: Sí, hay que contar con el judaísmo también, pero no es tan importante porque el judaísmo siempre ha sido una religión minoritaria hasta en el siglo XX. Esas son las dos grandes religiones que ha conformado los cambios mundiales, los símbolos en las banderas, y esto tiene que ver con esa pretensión de verdad universal. No han visto los límites, incluso pretenden que si quien utiliza la violencia en nombre de Dios, está del lado correcto.  Es una enorme carga en ambas, y esa utilización de la violencia tiene efectos indirectamente de manera secularizada en el presente. La palabra clave es Imperialismo, lo que particularmente las potencias occidentales han hecho en Asia.  Todos vivimos de ese impulso, "tenemos que mostrar la verdad y la justicia al mundo entero, si es necesario brutalmente."

Gessler: ¿Cómo se puede en relación con este aspecto que describe reprimir esa dinámica destructiva de las religiones, en particular de las religiones monoteístas? ¿cómo reforzar los aspectos pacíficos que también hay en las tres?

Häring: Creo que estamos en el mejor camino para conseguirlo, puesto que en nuestra sociedad el cristianismo ya no es la religión dominante y el Islam no será eternamente dominante en los países de tradición musulmana. Estamos obligados a volver a los orígenes, y descubrir el fundamento, el núcleo, el mensaje de Jesús, que es más importante que lo que los teólogos medievales hicieron de él, que la resistencia contra la violencia sólo puede hacerse a través de la no violencia, la paradoja que se esconde en las grandes religiones.

Por otra parte es un tema fundamental que  Hans Küng recoge en su proyecto de una Etica mundial, esa paradójica verdad, verdad en la paz, verdad en la ausencia de violencia, verdad en la medida en que luchamos por la justicia. Küng quiere hacer revivir ese potencial político que hay en todas las religiones mundiales, de manera que de nuevo todos sepan, que la verdad no tiene lugar cuando matamos por ella, antes bien al contrario: la verdad sucede cuando miramos críticamente nuestros propios problemas. Si lo queremos decir de forma religiosa y piadosa: todas las religiones hablan sobre la conversión, y conversión quiere decir siempre descubrir primero los límites, fallos, malos entendidos en las propias convicciones, antes de ir hacia fuera con la pretensión de ser los guardianes de la paz mundial.  

Gessler: Parece que no sólo en el judaísmo y en el Islam, también en los últimos tiempos en el cristianismo proliferan los movimientos fundamentalistas y cada vez tienen más influjo en sus respectivas religiones. ¿Crece con ello el peligro para el futuro de que esas religiones sean más violentas?

Häring: Sí, en el interior de las propias religiones es más dura la controversia sobre cuando se debe utilizar la violencia y cuando evitarla. Los fundamentalistas son gente que no tienen orientación, que sólo siguen esta idea: "esto es verdad y no se discute, quien no me sigue está podrido." Este es el gran peligro, es por decirlo así el lado oscuro de la religión. Es un poco dramático reconocerlo, cuanto mejor y más alto nivel alcanza una religión, peor y más inescrutable es su lado oscuro. Hemos de descubrirlo y hablar de ello. 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
¿Sabe si le ha ocurrido algo a Isabel? ¿Conntinúa siendo seguidora de su blog? No la veo en el apartado de seguidores.
Anónimo ha dicho que…
Antes que nada agradecer por los temas interesantes, pero quiero aclarar que Häring no es un teólogo protestante es un teólogo católico, que aunque tuvo dificultades y mal entendidos ayudó a la teología moral en el paso de la renovación de la metodología de análisis de la misma y terminó sus días dentro de la Iglesia católica. Gracias

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