CRIPTOMONJES I

Me preguntaba sobre el profesor despedido de malos modos en la Universidad de Navarra el año pasado por estas fechas. Y ya hay sentencia. Me alegro por él y le felicito. Imagino que la universidad no dejará las cosas así. Tengo cierta experiencia en este campo, se puede hacer mucho para fastidiar laboralmente. Espero que le tengan que readmitir o pagar una buena pasta. Cuánta injusticia...Toda la suerte del mundo para él, y toda la resistencia.
Me he encontrado con los criptomonjes. Expresión nueva para mí y que encuentro adecuada. La utiliza Tony Judt, "Postguerra, una historia de Europa desde 1945". 1.200 densas páginas en que se revisa cada una de las décadas que nos separan del final de la segunda guerra mundial. España no es de los que más lugar ocupa. Es interesante observar el "rincón" de Europa en que estaba encerrado este país en esas fechas inmediatas a 1945 y durante bastantes años más. Comparando las sociedades, las inquietudes, las culturas, los modos de vida y la evolución sobre todo al principio, lo de que Africa empezaba en los Pirineos no era sólo una metáfora. A partir de los 60 y 70 empezó una evolución bastante rápida en la que una parte significativa de la población empezó a distanciarse del Estado dictatorial que seguía agarrado a sus viejas glorias y símbolos. Estado que nos ha dejó una herencia, se nos fuera a ocurrir a los españoles decidir quién queremos que nos presida.


Postguerra, apasionante lectura histórica



Primero comenta el poder de la iglesia en España:

"En España, la jerarquía católica contaba tanto con los medios como con el respaldo político necesarios para relanzar la contrarreforma: mediante el concordato de 1953, Franco no sólo dejaba a la iglesia exenta de obligaciones fiscales y de cualquier otro tipo de interferencia estatal, sino que además le otorgaba el derecho a ejercer su censura sobre cualquier escrito o alocución que no fuera de su agrado. A cambio, la jerarquía eclesiástica mantenía y fomentaba la fusión conservadora de la religión con la identidad nacional. De hecho, la Iglesia llegó a estar tan absolutamente integrada en los anales de la identidad y el deber nacional que el libro de texto básico de primaria. "Yo soy español" editado en 1943, enseñaba la historia como una sucesión de acontecimientos única y concatenada que arrancaba con el jardín del Edén  y terminaba con el Generalísimo.

Feliciano Cereceda escribía en un libro para Bachillerato "historia del Imperio español y de la hispanidad" "El futuro de una España unida, después de tres siglos, con su destino en el pasado...La antigua procesión no se ha detenido...Por su senda avanzan los vivos y los muertos, rebosantes de la cristiandad en la que un mundo desorientado y convulsionado por las catástrofes encuentra su eje y su ancla...Esta es la gran tarea que Dios ha reservado a la España de hoy...Un destino excepcional...¡Por el imperio hacia Dios!"

A ello se añadió un nuevo culto a los muertos -los mártires del bando victorioso de la reciente Guerra Civil-- En los miles de enclaves conmemorativos dedicados a las víctimas del republicanismo anticlerical, la Iglesia española organizaba incontables ceremonias y actos en su memoria. Una acertada mezcla de religión, autoridad cívica y conmemoración victoriosa reforzaba el monopolio de la jerarquía eclesiástica sobre el espíritu y la memoria dela gente. Dado que Franco necesigaba al catolicismo más de lo que la Iglesia le necesitaba a él -¿Cómo si no podría mantener España sus débiles vínculos de la postguerra con la comunidad internacional y Occidente?- hubo de concederle, en efecto, una ilimitada libertad de acción para recrear en la España moderna el espíritu cruzado del antiguo régimen.

En el resto de Europa occidental, la Iglesia católica tuvo que competir con otros postulados diversos y a veces hostiles para conseguir el favor del pueblo..."

De ahí el aire de suficiencia tan característico del catolicismo español al que el Opus Dei pertenece. Un catolicismo patrio que no se ha tenido que "foguear"  ni disputar las ovejas durante siglos con nadie. No había otras ofertas religiosas a la vista en esta sociedad.  Y por si acaso el "durante siglos" no era suficiente, llegó el Caudillo a remachar el clavo.
Mártires de la patria, fue una calle de Pamplona hasta finales de los 70. Qué trauma cuando se fueron cambiando los nombres de las avenidas: general Mola, Francisco Franco...etc. La gente de mis barrios casi lo recibió como si llegara otra vez la segunda república...

Y en ese ambiente llegó el "desarrollo económico" en el que entran en juego los criptomonjes.

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