LA GUERRA PSICOLOGICA



José Ignacio San Martín, organizador de los servicios secretos de Carrero Blanco hace distinciones entre los políticos o ministros que les ayudaron, por ejemplo, Martínez Esteruelas fue un gran colaborador, al que por otra parte pone como enfrentado a Opus. Pero no les ayudó el ministro de Educación, Villar Palasí (ministro 1968-1973),


 un superdotado dice, que organizó el ministerio con gentes “de todas las tendencias” a imagen de lo que hacía el Caudillo con sus ministros.  Del gabinete formaba parte un Opus de segunda fila no muy nombrado pero que no se ha perdido nada: Díez Hochleitner, estuvo en la Unesco, en la casa real, en el País…diversificada vida al servicio de “quien tu sabes”.

San Martín dice que este ministerio era muy Opus y por ello no era bien visto por otros ministerios más azules. Yo no sé si esto es uno de los bulos inventados, ¿hasta que punto tenía fundamento e interés esta supuesta querella Opus-falange a las alturas de 1970? El caso del Fiscal del tribunal supremo Herrero Tejedor que era las dos cosas plantea la cuestión de si era único. Q           uizás la querella funcionaba en determinadas personas y no como algo continuo, sino que dependía. Por ejemplo Fraga no era Opus está claro, pero saca su “enemiga” según conviene o no conviene, no todo el tiempo. No era una guerra abierta, al fin y al cabo tanto unos como otros eran usufructuarios del “régimen”. Y también lo fueron del régimen actual que disfrutamos.



 


Por otra parte San Martín acusa a Villar Palasí de estar obsesionado buscando activistas a través de medios técnicos sofisticados, con cámaras ocultas que luego darían pruebas ante el TOP. Pero Villar Palasí “no se mojaba”, no sancionaba según el Reglamento de Disciplina Académica, se echaba atrás a la hora de castigar. “Y en cuanto a combatir la subversión con medidas positivas, tratando de quitar a los grupos de agitadores las  banderas reivindicativas justas tampoco adoptaba resoluciones claras y terminantes. Prefería echar balones fuera y si es preciso echar la culpa a los “malos” de la película, nosotros.” Nosotros eran los “espías e infiltrados” del Servicio Especial.

Muy  conscientes de que una cosa son las minorías selectas politizadas, dispuestas a sindicarse o asociarse, y otra la “masa estudiantil” que pasaba de la política y de la que sólo cabía esperar que respetasen la legalidad.
Es curioso como san Martín parece más consciente de las quejas justas de los estudiantes y que merecían su cauce legal, que las propias autoridades. En un informe donde recogían la acción de los primeros meses del Servicio E. (sep. 68-mar.69) dice:
“De poco servirían las medidas de desarticulación de grupos hostiles ni la creación de grupos antagónicos, si no se gana la opinión estudiantil general a favor de la reforma universitaria ya en marcha, y se crea un núcleo de organizaciones estudiantiles adictas o neutrales que contrarresten la acción de los primeros.
La conquista de la opinión estudiantil solo puede hacerse por los propios estudiantes. Toda acción no estudiantil está condenada al fracaso. Asimismo toda acción políitca sobre los estudiantes ha de hacerse en forma indirecta y tomando como bandera la libertad y la participación activa. De la masa o la base sólo se puede exigir que respete la legalidad vigente”.
Dirigían la opinión por medio de artículos en los periódicos, lo mismo que se hace en la AOP. Por ejemplo 8, 9 y 10 de enero un tal Eduardo San martín escribió 3 art. En el Alcázar, alumno de quinto de derecho contra la violencia estudiantil, y el mismo escribió una carta al director contra el cierre de su facultad.
Organizaron un acto “patriótico” cuando hubo un incendio en San Bernardo, recurriendo a un catedrático amigo de Blas Piñar, dicha persona quería un “nombramiento” a cambio y tuvieron que renunciar a él. San Martín se queja de que los que más alardeaban de patriotismo eres quienes defraudaban a la hora de la verdad. ¿Qué se puede esperar de un régimen corrupto? Todo era falso, el único valor era la “obediencia debida” al dictador.


Tenían mucho trabajo organizando la “guerra psicológica positiva” que a ningún otro organismo se le ocurría impulsar.  Pero con medios represivos exclusivamente no se triunfa.
Importante labor en la prensa, estableciendo contactos con la dirección general correspondiente para poder anticiparse a la oposición en dar noticias sobre incidentes, a través de las agencias oficiales Cifra y Pyresa. Luca de Tena puso el ABC a su disposición. Lo mismo que Nuevo Diario y el Alcázar. Pero hacían falta plumas con espacio, los opositores al régimen firmaban con su nombre, los “infiltrados” del Servicio E. firmaban con seudónimo, dice San Martín, el espía experto, que el anonimato si en unos casos era muy justificado por discreción en otros no, porque era un signo de que se iba perdiendo, con no poca cobardía, fe en el sistema.

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