CONFESION III




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Confesión en Maguncia (picture alliance / dpa)
El papa Pío  X estableció en  1905 que la edad para la confesión sería como mínimos los 7 años. Los niños católicos crecían a partir de entonces en el miedo al pecado y a la condenación eterna. Además no pocas veces se convirtieron en víctimas de los niños.
„Es estupendo ser católico y acudir a la confesión" eso dijo una vez el italoamericano actor y guionista italoamericano  Chazz Palminteri "cada semana se puede volver a empezar de cero".Palmieri de 61 años y habitante de New York, que interpretó muchos papeles de mafioso, no es ninguna autoridad teológica. Pero en esta afirmación se expresa algo, algo que llena de envidia  a los protestantes. Ojalá tuviera una buena confesión católica, las frecuentes y largas torturas del alma por una mala conciencia de los propios pecados desaparecerían volando.

Quien quiera seguir apegado a esta bonita creencia de la fueraz liberadora de la confesión católica, no debería leer el nuevo libro de   John Cornwell "La confesión, una historia oscura". Este libro reciente muestra la confesión que desde hace 40 años se llama "sacramento de la reconciliación", en esencia como un instrumento de la iglesia, que en los siglos pasados funcionó sobre todo como instrumento del poder de la jerarquía y de su control ejercido a través de ese poder sobre los simples fieles, control de los pensamientos y de las conciencias de los creyentes, que se veían amenazados con las torturas del infierno, en caso de que no se plegaran a las leyes de la iglesia.

El periodista y escritor  Cornwell no es un odiador de la iglesia ni un católico crítico, a sus 50 años ha tomado parte en muchas controversias eclesiásticas, teológicas y políticas. Se hizo famoso por su libro "Como un ladrón en la noche", en el que se alzó en contra de la teoría de que el breve papado de Juan Pablo I se terminó en 1978 por su asesinato.También han sido celebradas sus tomas de posición contra el famoso ateo  Richard Dawkins. Fue muy seria su crítica al Papa Pío XII, que durante la segunda guerra mundial a pesar de estar informado sobre el asesinato en masa de los judíos europeos, no protestó públicamente,  Cornwell le llamó en un libro de 1999 simplemente "El papa de Hitler".

También los niños tenían que confesarse cada semana

La tesis básica de este nuevo libro "La confesión" es que hubo un cambio básico respecto a la confesión en tiempos de Pío X que ocupó la sede de Pedro entre 1903 y 1914. En los siglos anteriores la confesión era una norma que había que cumplir sólo una vez al año para los adultos o los adolescentes, Pío X exigió una posible confesión semanal, y también para los niños que hacen la primera comunión con 7 años.

Un efecto desastroso sobre las tiernas almas de los niños fue la amenaza duradera de las torturas infernales también para los más pequños pecados, incluso el hecho de haber llegado tarde a la misa, se consideraba pecado mortal. Cornwell une esto a la extrema enemistad del cuerpo y de la sexualidad de la iglesia, que el Papa Pío X implementó con una reforma conservadora y de la disciplina de los seminarios diocesanos. La narración del programa antimoderno y reaccionario de Pío X, es uno de los pasajes más impresionantes del libro, en especial porque esa revolucón ultraconservadora caracterizó la imagen de la iglesia y la vida de los católicos durante 50 años hasta el Concilio Vaticano II  (1962-65).

Inquietante uso de los sacerdotes de su posición de poder.

Cornwell va un paso más allá: mediante cietnos de cartas o entrevistas que ha realizado por propia iniciativa a ls víctimas, llega a la tesis de que el confesonario era el horrible lugar ideal para que actuaran los criminales vestidos de sotana abusando sexualmente contra niños y jóvenes. Una y otra vez Cornwell describe todo esto en el contexto de una plena socialización sexual de los criminales en los medios católicos de la primera mitad del siglo XX.  
Un punto culminante del libro consiste en que el propio Cornwell experimentó cuando era niño el abuso sexual, una vez en un baño público en Londres fue atacado por un desconocido. Luego por un cura en un seminario católico durante una confesión, aunque pudo escapar a la impertinencia del sacerdote porque ya  habian pasado cinco años del ataque en Londres.  A pesar de esta experiencia en el seminario católico Cornwell quería ser sacerdotes católico y aprendió la absurda enseñanza sexual de la iglesia católica del tiempo, finalmente decidió dejar la vocación al sacerdocio.
La combinación de inteligentes análisis históricos y experiencias personales hacen del libro de Cornwell una lectura instructiva y apasionante, a pesar de todos los aspectos deprimentes de lo que cuenta.

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