SEREMOS DE NUEVO UN IMPERIO



COMBATIENTES DE LA GUERRA FRÍA

Escrivá propuso a Pío XII un cuerpo de élite capaz de ejercer una influencia discreta católica en sectores económicos y ministerios a lo largo y ancho del mundo. Era una nueva fase del “Opus Dei” que cambió el tipo de personas reclutadas: si antes el pescado venía de los estudiantes universitarios con destinos profesionales liberales o cátedra universitaria ahora íbamos a por los banqueros, grandes empresarios o administradores de la cosa pública. Los nuevos objetivos reflejaban la necesidad de dinero no sólo para garantizar su supervivencia sino para extender el apostolado por el mundo entero.


El founder era bien consciente de que un equipo de barrenderos santificándose no podían influir en los sectores clave ni tampoco obtener los dólares necesarios para poner por obra sus ocurrencias. OD no se interesa por captar barrenderos, pretenderlo es pura hipocresía. Angel Herrera Oria que llegaría a cardenal, un estratega político por excelencia, siempre subrayó que la única forma de influir en la sociedad era dominar las cimas. Un consejo que Escrivá seguirá al pie de la letra sin decir de donde lo había sacado. Pero el aragonés fue más lejos y a lo de las cimas añadió el culto a la discreción a la que subordinó sus finalidades políticas.

“De callar no te arrepentirás nunca, de hablar muchas veces” Camino 639. La discreción es una gran virtud pero cuando se cultiva de modo sectario suele encubrir una aspiración al poder. Roma le había abierto los ojos, se dio cuenta de cómo se dirige la iglesia y según nos cuentan sus colaboradores más cercanos, se escandalizó de ello. Observó que el poder se adquiere conquistando posiciones. El creciente poder del OD procedía del acceso de sus numerarios a altos puestos, en educación, finanza o política. Torelló, un cura nume y catalán que apostolizó en Viena y creó acabó no en buenas condiciones "psi" se atrevió a escribir: “la conquista de posiciones importante es una llamada típicamente cristiana.”(libro publicado en Rialp, 1965)

Sus seguidores aseguran que Escrivá vivió en grado heroico la prudencia, la justicia, la templanza y la fortaleza. Pero también enseñó que detentar el poder era un objetivo más legítimo que adoptar una política “de no intervención” que podía tener el efecto de que los puestos recayeran en gentes indiferentes  o incluso hostiles a la iglesia.

Para cumplir estos objetivos fundacionales “Opus Dei” tenía que ser discreto con los enemigos, que no supieran sus intenciones reales. Escrivá necesitaba el poder eclesiástico para proteger a la iglesia. Por ello de manera oculta quiso ser obispo. Pero de manera expresa hablaba de discreción y se mostraba humilde: díle al enemigo una cosa y haz la contraria. Tranquilamente declaraba: “Nunca hablo de política, no me parece bien que los cristianos comprometidos formen un movimiento político-religioso. Sería una locura incluso si lo hicieran motivados por el deseo de expandir el evangelio de Jesucristo en todas las actividades.” (Homilía de Cristo Rey, 22.nov.1970)

¿Era un ataque a la Democracia cristiana?

Sin embargo como él mismo decía, dí una cosa y haz la contraria. Opus Dei manifiestamente es, era un movimiento político-religioso y así lo reconocen los estatutos de 1950, art. 202: “Los cargos públicos constituyen un lugar privilegiado para ejercer nuestro apostolado”. En línea con este artículo algunos de los escrivarianos de la primera hora se unieron para formar una “Tercera fuerza” entre la Falange, el partido único de la España de Franco y la incipiente y nunca floreciente Democracia cristiana española.

La tercera fuerza la pusieron en marcha 3 “intelectuales opusinos” célebres. Crearon una revista con los recursos del CSIC que todavía existe y ha dado que hablar recientemente por un artículo de imagino mujeres cercanas al Opus Dei o Comunión y Liberación o Legionarios, porque sino no se explica, que atacan al feminismo trasnochado sin tener ni idea de feminismo. Eso es típico opusino, como diría Platón “hablar como si se supiera de lo que no se sabe”.

Me refiero a la revista “Arbor” creada para dar cauce a las investigaciones humanistas de los del CSIC y que serviría también de plataforma para los designios políticos OD. Los 3 mosqueteros: Rafael Calvo Serer, Raimundo Panikkar y Florentino Pérez Embid. El primer número de Arbor salió en marzo de 1943. Había dinero en el CSIC para hacer una buena publicación y pronto adquirió prestigio. Así estaba de postrada la ciencia y el saber españoles tras la guerra.

El más abierto y dicharachero de los 3 era Calvo. Entró en la obra divina con 19, era el décimo apóstol. Con 26 ya era profesor de historia en Valencia, más tarde estuvo en Londres como director del Instituto español y abriendo brecha opusina, supongo. El apostolado no se deja nunca. Aunque a lo mejor él tenía la venia para no perderse en actividades internas al sistema que tanto tiempo y energía nos quitaban a la base.

El más “colorido” era Raimundo Panikkar, súbdito británico, su padre procedía de la India y su madre era catalana. Pasó la guerra civil en Alemania donde su padre regentaba un importante negocio de exportación. Volvió a Barcelona en 1940. Hablaba media docena de idiomas con fluidez y en pocos años obtuvo un doctorado en química, otro en filosofía y otro en teología. Si los doctorados eran como el de su padre espiritual podía haber obtenido 5 más. No sabemos. Era un valor muy estimable para el “Opus Dei”, excesivo como demostraría la historia posterior. Una persona tan destacable y destacada no podía durar mucho en el rebaño ensombreciendo al buen pastor.

Panikkar recibió la ordenación sacerdotal en 1946 a la edad de 28 años. Otra extravagancia escrivariana, hacer estudiar a la gente para luego convertirlos en “sus” curas. En la década de los 50 era considerado como el más provocativo de los teólogos opusinos.
El undécimo apóstol Vicente Rodríguez Casado, del que también nos contaron su triste y dearreglada vejez falto de cariño y postergado por Portillo, fue profe en Sevilla de historia moderna desde 1942. Allí pescó para la obra a un montón de superdotados, entre ellos el onubense Florentino Pérez Embid.
Pérez Embid había sido falangista y pasó la guerra en el frente de Córdoba donde destacó por su valentía. En 1946 se mudó a Madrid y cayó bajo los encantos de Calvo Serer encargándose de la dirección de “Arbor” cuando Calvo se trasladó a Londres. En 1949 le fue otorgada una cátedra de Historia de los descubrimientos, muy apropiado para una persona de Huelva, aunque fuera de Aracena en la sierra y no en el mar. Ambos Calvo y Pérez fundaron ediciones Rialp, el primero de los sillares del imperio editor escrivariano. 

DIVISIONES INTERNAS

La obra “España sin problema” de Calvo obtuvo el Primer Premio Francisco Franco de literatura, como para esconderlo debajo de la alfombra en los tiempos que corren, y sobre todo en los tiempos de la transición cuando le vimos sentado junto a Carrillo en la Junta democrática. Qué país. Todo es de plástico.

Su segundo libro “Teoría de la Restauración” ¡qué apropiado! publicado en 1952 por Rialp definía la plataforma ideológica para el ala progresista del “Opus Dei” Tenían en don de profecía, puesto que ya entonces tenían pensada la Restauración borbónica. Ambos libros mantenían que la base del sistema español de valores era la iglesia católica. La historia de la iglesia y la historia de España están entrelazadas. En consecuencia la tradición nacional era una tradición religiosa. El país de los ancestros, que dijo no sé si Schopenhauer  u otro. Mientras Europa se debatía entre la sovietización o el sueño americano, Pérez Embid y Calvo Serer soñaban con un Viejo continente renovado por la eficiencia germánica y la espiritualidad española.

Ambos apreciaban la España de la posguerra como una oportunidad providencial para recrear el catolicismo militante que en el siglo XVI había llevado a España a sus mayores éxitos.


El mundo moderno entregado al materialismo ateo, ya fuera en su versión capitalista o en su versión comunista, la única manera de hacer frente a tales catástrofes era volver a la cruzada estilo Carlos V, pero esta vez no con las fuerzas de una sola nación sino gracias a un movimiento católico trasnacional. Escrivá animaba estos objetivos visionarios. A sus ojos el “Opus Dei” había sido divinamente concebido como un movimiento regenerador del catolicismo de alcance mundial.

El frente ideológico de los 3 dio lugar a una crisis interna. Los progresistas querían asumir un papel político directo, mientras que los tradicionalistas preferían concentrarse sólo en la vida espiritual de sus miembros. Escrivá se vió sentado en medio como el árbitro de un partido de tenis y sus discursos mostraban esta dialéctica insuperable.

Tener la visión política equivocada era suficiente motivo para que verse expulsado del Opus Dei en aquellos años. El instituto OD mantenía que sólo determinados criterios políticos eran aceptables y encajaban en el plan divino. La otra consecuencia de la plataforma “Tercera fuerza” fue el enfrentamiento con Falange.

Falange era el único partido permitido en España: Falange Española tradicionalista de las JONS. Pero mientras no molestaran tuvieron derecho de ciudadanía franquista otras tendencias politicas: los cristianodemócratas y los monárquicos. Hasta el ascenso de los tecnócratas del “Opus Dei” en 1957 los gobiernos de Franco eran un mosaico en el que predominaba el color azul de Falange, compensado por el blanco de los incondicionales y apolíticos compinches del dictador (Camilo Alonso Vega, Carrero Blanco… und so weiter) junto con algunos toques de dorado monárquico y un poco de verde cristianodemócrata.

Los falangistas conservaban celosamente su posición de único partido legal y oficial y miraban con desconfianza las aspiraciones políticas del floreciente “Opus Dei”. Los estudiantes falangistas se reunían y operaban desde el colegio Mayor César Carlos. Se quejaron de que en los nombramientos a cátedras los candidatos “Opus Dei” eran notoriamente favorecidos. Los falangistas salieron a la calle a protestar y compusieron unas letrillas antiopusinas de las que lamentablemente no me ha llegado el texto pero que consta se convirtieron en éxitos populares.

Escrivá reaccionó como sólo un santo puede hacerlo: llamó basura a los críticos y negó que sus superdotados hijos se preocuparan por obtener cátedras en oscuras  universidades provincianas, arriesgando compometer su salvación eterna a cambio de un salario despreciable.

La guerra fría estaba en su apogeo a finales de los años 40, cada noticia al respecto confirmaba al founder en su idea de que el Comunismo era el enemigo más serio que tenía la iglesia. Después del juicio contra el cardenal Mindszenty en Budapest, Pío XII dijo al embajador francés en Roma: “la iglesia está embarcada en una guerra a muerte co la Unión Soviética, que tiene bajo su poder el destino de 65 millones de católicos en los países comunistas, la sexta parte del catolicismo mundial.” Poco después el primado de Polonia cardenal Wyszynski fue arrestado por las autoridades comunistas.

El founder estaba determinado a extender el apostolado de su obra en lucha contra el comunismo. Pero confesó a sus hijos: “No quiero que mis hijos sean mártires. No puedo hacer nada con los mártires”. Pragmático. Seleccionó misioneros que eran jóvenes profesionales ascetas, al menos en apariencia, entrenados en la fortaleza espiritual por él mismo y por sus apóstoles. Los envió por el mundo para trabajar por Dios o más bien para hacer la “obra de Dios”, pero no como misioneros normales y corrientes. El proselitismo tal y como lo practicaban los jesuitas le parecía un concepto del pasado. Ahora que Francisco ha dicho que es una equivocación hacer proselitismo para la iglesia, vaya revolución. La de Francisco, con respecto a lo que siempre hicimos.
La obra de Dios tenía que ser realizada en los despachos de los consejos de Administración, en los bancos y en los ministerios.

Los numerarios y los escasos ricos cooperadores del principio no  bastaban para llegar tan lejos. Los numes daban y dan todo su salario y recibían y reciben lo justo y necesario para el autobús o el tabaco. Era difícil equilibrar las cuentas y satisfacer las aspiraciones de grandeza del founder. Pero cuando llegaron los supernumerarios, los miembros casados, la situación financiera cambió de la noche al día y empezaron los ríos de dinero que tanto les gustan y caracterizan. Los supers salen baratos, la institución no tiene que preocuparse de su bienestar físico ni de darles de comer, los casados tienen familia por tanto no pueden entregar su salario, pero sí pueden hacer generosas y voluntarias contribuciones, se habla de un 10% de los ingresos anuales pagado en cómodos plazos mensuales. Gracias al Arcángel San Gabriel que se ocupa de esta labor con los casados “Opus Dei” se encontró con un capital que había que administrar. “Opus Dei” necesitaba sus propios bancos y, en unos tiempos en que los controles de divisas eran estrictos, una red paralela que permitiera al capital esquivar las restricciones legales.

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