ENTRE NACIONALISMO Y MENENDEZPELAYISMO



Regionalismo y Monarquía se titulaba la selección de Vázquez de Mella, la monarquía tradicional sería lo suficientemente flexible para reconocer las ansias de reconocimiento de la burguesía catalana y vasca.

El guiño de la BPA al nacionalismo católico catalán en el que el “Opus Dei” acabaría teniendo su papel a través del grupo de Unión Democrática de Cataluña, fue decisivo para que se publicara Cataluña en el siglo XIX de Vicens Vives. No es casualidad el marchamo católico del nacionalismo catalán ¿el del peluquín es “harto” católico? ¿lo es Artur? ¿lo son los Pujols?, ni la voluntad del “Opus Dei” de fundar un nacionalismo semejante en Valencia en los años 50. Dice que recibió el libro de Joan Fuster Nosaltres els Valencians de manos de un hombre del “Opus Dei”.

Así que  quede claro, los opus fomentando  nacionalismos periféricos y sembrando discordias, al tiempo que no paraban con el menéndezpelayismo más furibundo. Todo esto da mucho que pensar sobre las polémicas que nos encienden. Y nos divierten además de distraernos

El proyecto de Maeztu explica los títulos de la BPA, variaciones sobre sus temas favoritos. La colección daba entrada indiscriminada a toda la producción intelectual del colectivo vinculado al “Opus Dei”. Villacañas los acusa de narcisismo, ya que todo lo que escribían los opus por el hecho de ser opus era bueno y publicable. Considera que este espíritu de “secta casta” impidió que muchos se perdieran algunas interesantes obras de la colección llevados por un prejuicio con bastante fundamento in re. P. ej, un libro de K. Lowith sobre Heidegger, otro de Vossler, otro de Koselleck, autor central en el pensamiento conservador.

Fue lo más parecido que ha hecho OD al cacareado apostolado de los intelectuales. Pero lo que vertebró BPA fue la lucha de los Calvo Serer, Marrero, Fdez de la Mora, Pérez Embid contra los falangistas reconvertidos en liberales. Esa lucha es central para entender el destino de RdM en el siglo XX, que se manifestó especialmente en el enfrentamiento Laín-Calvo a cuento de si España tenía problemas o no. En los primeros 60 seguían insistiendo en “atacar” a Ortega a quien consideraban el verdadero rival.

En los años 60 la hegemonía intelectual pasó a Taurus, dice Villacañas, dirigida por Aranguren, los jesuitas y los viejos liberales orteguianos.

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Pedro Laín (1908-2001)







LAÍN

El pensamiento de los teóricos de la dictadura dirigido por García Conde y el tradicionalista del “Opus Dei” compartían un elemento, el pretendido catolicismo de Carl Schmitt. Fue un fundamento del régimen y Alvaro d’Ors el catedrático de derecho romano tenido por sabio en Pamplona editó “De la guerra y de la paz” en BPA que le valió el premio nacional de Literatura en 1954. Falangistas teóricos políticos y opusdeístas guardaron las formas.

La batalla fue protagonizada por Laín y Calvo Serer. Laín, falangista, no le hizo ascos a la herencia republicana de Ortega y Marañón o de Zubiri y Morente, católicos abiertos a la modernidad científica y fenomenológica. Era la alternativa de un catolicismo más light  frente al tradicionalista “Opus Dei”.

Laín hacía una revisión de la historia de España frente a los seguidores opusinos de Maeztu. Se remonta a 1876 cuando Ménendez Pelayo polemizó sobre la ciencia española. Y seguía el problema en las cinco generaciones que se habían sucedido desde entonces:
-Costa y Galdós
-Cajal y MPelayo
-la del 98
-la del 14
-la del 27

Laín se molestaba por integrar elementos de las sucesivas generaciones en el régimen franquista. Tradición y actualidad, reacción e innovación reunidas en una nueva forma cultural. Aunque no los citaba Laín  impugnaba el uso espurio del cántabro de referencia por parte de los integristas escrivarianos. Arriesga mucho haciendo de él casi un Dilthey español por tal de salvarlo de las garras de lo Calvo Serer y cia. Como él había que ser un católico a la altura del propio tiempo. Una idea moderna de la naturaleza y una idea moderna de la historia se imponían para dialogar fructíferamente. Para Laín el filósofo español de esa talla era Xavier Zubiri.

El libro que Laín dedicó a Menéndez Pelayo no puede menos que leerse como si estuviera dirigido contra la visión que los herederos de Acción Española mostraron del polígrafo santanderino. La insistencia de que España no sufrió una decadencia sino derrota era la tesis central que enfrentaba a Laín con los legatarios del vitoriano.
Frente a la exégesis de Maeztu. Laín citaba pasajes en los que MP denostaba el integrismo y se recreaba en los que alababa la gran empresa española del Renacimiento. Ese fue el siglo de la grandeza hispánica, y no el tenebroso barroco. El XVI supo cristianizar un movimiento que en sí mismo era pagano, absorber la modernidad y verterla en una forma católica.

 Frente a los hombres de Acción Española mucho más pendientes de los modelos de la Inquisición, los primeros falangistas cmo Laín se ven retratados en fray Luis y admiran a Garcilaso. En su libro sobre la generación del 98, Laín obvió a Maeztu, aunque repetía opiniones suyas con las que coincidía.
Maeztu  buscó un tipo nuevo que no fuera español sino hispano, que tuviera no base étnica sino cultural, espiritual, asentado en el catolicismo como religión universal. No es casticista. El único del 98 que siguió soñando con una España nueva y siguió diciendo nosotros fue Maeztu.
En realidad Laín construyó en su libro un programa rival de los de Acción Española: el integrador de lo español en la modernidad era Ortega y no Maeztu. El inconveniente del no catolicismo del maestro Ortega y Gasset lo compensaban sus discípulos Aranguren, Marías, Laín.

Maeztu quiso asumir de la Reforma protestante el sentido reverencial del dinero y el sacramental del trabajo, dejando intactas la teología, la cultura y la religión españolas. Laín quería asumir la metafísica y la ciencia europeas dejando intacto el espíritu católico.

Laín en España como problema dejaba claro que España se había encerrado en el siglo XVII en un programa premoderno y además había pretendido “hacer apostolado” en Europa con semejante antigualla. De la derrota de España en dichos quijotescos afanes surgió la modernidad, Europa triunfó, y lo hizo en algunos destacados cultos españoles del XVIII. En el XIX los españoles se dividen en liberales y tradicionalistas irreconciliables, ambos iguales en su vivencia cuasirreligiosa de sus convicciones. La tragedia del 36 era la repetición de los graves sucesos de 1834. Las víctimas fueron los vencidos republicanos para los que no se gastó un gramo de piedad, había que hacer limpia, y todos los moderados y obstinados en la mediación.
Un diagnóstico de nuestra historia opuesto al de Maeztu, es decir, al de los primeros opusinos.

Comentarios

Ricardo Pérez ha dicho que…
Hoy siguen igual sin gastar un solo gramo de piedad, con quienes no piensan, ni sienten como ellos. El concepto de piedad en el Opus tenia que estar prohibido. No tienen piedad por los que consideran que no les sirven, que no les son necesarios, los condenan, para asi poder practicar su falta de piedad para con ellos. Ellos no lo reconocen pero es un escandalo su falta y falsa piedad por las personas, que ellos persiguen sin quererlo reconocer.
Anónimo ha dicho que…

"Así que quede claro, los opus fomentando nacionalismos periféricos y sembrando discordias, al tiempo que no paraban con el menéndezpelayismo más furibundo. Todo esto da mucho que pensar sobre las polémicas que nos encienden."

Esto que dices es la clave de todo, de todo el Opus real.



El panopusino Juliana, confeso portavoz y hado de la brutal violencia de los jefes del poder del Opus, parece indicar hoy, dolido, que el Vaticano ha reculado y retirado lo que ha sido su descarado apoyo en los últimos meses a los negreros opusino catalanes:

“La Santa Sede, especialmente cautelosa, puesto que algunas instancias eclesiales locales están efectuando valiosas labores de intermediación estos días, ha dado a entender que no pueden actuar como en Venezuela.”

http://www.lavanguardia.com/opinion/20171015/432077667028/atrapados-en-el-estadio.html



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